UN ATISBO AL JAZZ (I/II)
Rafael Cienfuegos Calderón 30 de abril Día Internacional del Jazz Escuchar, atender y sentir “El jazz no es música elitista. Simplemente, no es para todos los gustos”. Esta es mi apreciación personal. Para agarrarle el gusto no hay más que escucharlo, escucharlo y escucharlo, en sus diferentes variantes. Hay quienes afirman que el jazz (por no ser comercial) es una música difícil para agarrarle el gusto y por eso no la oyen. De lo que se trata, me permito decir, es escuchar, no oír. Atender y sentir la armonía, la melodía, el fraseo, el bamboleo, el swing, y distinguir la originalidad de cada músico al improvisar, así como el acoplamiento entre los integrantes de una agrupación. Aunque una definición sobre lo que es el jazz, sea dada por un músico o un crítico, no deja de ser subjetiva por el hecho de que cada quien se crea su propia concepción de lo que escucha, me di a la tarea de buscar algo de lo que se ha dicho y escrito. Presento lo que estimo lo esclarece: Es un estilo musical instrumental –principalmente- o vocalizado que se caracteriza por tener una estructura base de ritmo y acordes sobre la cual los músicos improvisan con intervenciones solistas y con un frecuente uso de la síncopa (estrategia compositiva destinada a romper la regularidad del ritmo, por medio de la acentuación de una nota en un lugar débil o semifuerte de un compás. Puede estar escrita utilizando figuras que trasciendan sobre la parte fuerte de la frase o con silencios). La instrumentación admite múltiples variaciones a partir de una batería, un contrabajo, un piano, una guitarra e instrumentos diversos de viento (trompeta, saxo, trombón, clarinete y flauta. La mejor forma de entender el jazz es escuchando (el jazz exige cierto esfuerzo del escucha más allá del puro oído), y se le atribuyen tres características esenciales. La primera e incluso la que se considera más importante es la improvisación. (Músico que improvisa se acerca más al jazz que aquel que toca lo mismo una y otra vez). Un músico que improvisa tiene la opción de hacerlo por encima de las armonías de una determinada pieza, esto es, inventar nuevas líneas melódicas. Puede ornamentar las líneas ya existentes o crear por completo unas distintas. A partir de los años cuarenta y con la irrupción del bebop (escala que se utiliza frecuentemente en la improvisación y se derivan de los modos de la escala mayor, la escala menor melódica y la escala menor armónica en guitarra, bajo y piano) los músicos comenzaron a improvisar más y con líneas originales, dejando la ornamentación a los músicos con limitada habilidad. Para poder explayarse en la improvisación la creatividad del músico es importante, y pareciera que la intuición es el motor principal por la capacidad que tiene el ser humano de escuchar sonidos en su cabeza. Los solos son el espacio en donde más se expresa con toda libertad el músico de jazz, ese momento le permite hacer lo que quiera. Es en el solo donde aparece el fraseo y éste se logra, hasta cierto grado, gracias a la improvisación. La improvisación permite a cada instrumento ser solista en una misma pieza. La improvisación en el jazz es como la sal en el arroz, imprescindible. El fraseo es la segunda. Este es fundamental para que la música tenga calidad, pero es mucho más difícil de elaborar para el intérprete y de distinguir para el escucha. El fraseo es el que obliga al músico a encontrar su propio estilo, es la firma del músico, su marca personal. Pocos lo tienen y por eso la mayoría se parece a otros. El fraseo es el que permite distinguir a los músicos sin necesidad de recurrir a la portada del disco La tercera característica que a decir de los conocedores aparece y desaparece en el jazz, es el swing, que a pesar de que muchos saben lo que es (la capacidad que tienen ciertos músicos de darle acentuación a los tiempos débiles en lugar de los fuertes), no todos saben cómo es .No todo el jazz tiene swing pero siempre el swing es jazz. Va más allá de una explicación técnica. Esta cualidad rítmica que no existía en la música africana ni en la europea, aparece cuando se reúnen en Nuevo Orleans a finales del siglo XIX las dos tradiciones antes mencionadas junto a la música mexicana y la sureña estadounidense. Esta amalgama se compenetró en el swing, esa tensión entre el tiempo objetivo y el tiempo subjetivo. Es un ritmo más suelto, libre, fluido, que permite sentir un bamboleo, una cadencia que arrastra el tiempo dos hasta el tiempo cuatro pero sin ser una síncopa completa. Sin embargo, la fórmula para agarrarle gusto al jazz es escuchar mucho jazz, instrumental y vocal. Ya sea a través de discos o, lo mejor, asistiendo a conciertos, en los que además de disfrutar la música en vivo, hay la oportunidad de observar la ejecución de los instrumentos al momento en que los músicos improvisan. Porque no es lo mismo escuchar música grabada que en vivo. Después de este breviario cultural que espero sirva para entender el jazz -al que se considera, un concepto y no un género musical-, que me apasiona y al que dedico gran parte del tiempo que escucho música, antes y durante el almuerzo, cuando trabajo en la computadora –intercalado con rock y música afroantillana- y en la noche para acompañar el sueño, añado que después de los años que llevo escuchándolo aún me impresiona y sigo disfrutando a virtuosos músicos norteamericanos y mexicanos del pasado, contemporáneos y actuales. Entre los que más he escuchado mencionó a los saxofonistas Charly Parker, Paul Desmon, Gato Barbieri, Stan Getz, John Coltrane, Paquito de Rivera, Gerry López, Remi Álvarez, Diego Maroto, Tommy Rodríguez, Jako González y Jerry Mulligan. Entre los pianistas destaco a Dave Brubeck, Telonious Monk, Bill Evans, Michel Petrucciani, Duke Ellington, Chick Corea, Juan José Calatayud, Eugenio Toussaint , Olivia Revueltas, Rene Infanzón, Count Basie, Alex Mercado, Oscar Hernández, Daniel Wong, Jaime Column, Oscar Peterson y Enrique Nery. Y añado al tecladista Eumir Deodato De bajistas a Emmanuel Merchand, Stanley Clarke, Luri Molina, Agustín Bernal, Roberto Aymes, Emiliano Coronel, Charles Mingus, Eddie Gómez, Ray Brown, Aarón Cruz, Ron Carter, Emiliano Coronel, Kile Eastwood. A bateristas de la talla de Rodrigo Villanueva, Adrián Oropeza, Joe Morello, Tino Contreras, Salvador Merchand, Antonio Sánchez, Gabriel Puentes, Gustavo Nandayapa, Fernando Toussaint, Pablo Prieto, Gene Krupa, Richie Morales, Joel Rosenblatt, Rufus Speedi Jones. Entre los trompetistas, Miles Davis, Louis Angstrom, Chris Botti, Wynton Marsalis, Chilo Morán, Dizzy Guillespie, Arturo Sandoval, Chet Baker, Clifford Brown, Jarry James, Alan Fajardo, Jerry González, Joe D’Etienne, Harry James. Los trombonistas Faustino Díaz, Rey David, Silde Hampton, Luis Bonilla, Santiago Cañada, Hugo Fernández, Orlando Santos, Glen Miller, Melba Liston, Francisco Salgado, Johan Escalante. Y los guitarristas, Joe Pass, Wes Montgomery, George Benson, John McLaughlin, Iker Cedeño, Alberto Medina, Cris Lobo, Armando Báez, Alberto Palomo, Roberto Arballo, figuran entre mis favoritos. Las menciones que hago son una mínima, muy mínima parte de los músicos e intérpretes que ha habido y hay en el mundo del jazz y forman parte de mi personal gusto por el jazz, pero servirá –espero- para tener una idea de la utilización de una gran diversidad de instrumentos que incluyen además al clarinete, la armónica, el vibráfono, el bajo eléctrico, el violín, el teclado, el banjo, el cajón, la conga y el sintetizador, para la interpretación y composición de las síncopas, que pasan por el Hot Jazz, el Swing, el Bebop, el Cool Jazz, el Hard Bop, el Free Jazz, el Smooth Jazz y el Acid Jazz y el Latin Jazz. Los ejecutantes de éstos denominadas variantes del jazz integran grupos que van desde el trio hasta una big band de 22 a 24 integrantes, en los que los instrumentos solistas son generalmente de viento –saxofón, trompeta, flauta y clarinete-, los acórdicos –guitarra, piano u órgano-, el bajo eléctrico o el contrabajo, y los rítmico percusivos –generalmente la batería-. Escuchar y disfrutar el jazz He de confesar que me animé a escribir sobre esta síncopa a sabiendas del riesgo que ello implica, porque si bien el jazz no es únicamente para que lo escuchen y disfruten los conocedores –que no lo soy-, sí implica, además de gusto y afición, capacidad para reconocer y diferenciar ritmos, sonoridades y estilos de improvisación en las interpretaciones –que sí la tengo-. Aunque mi gusto por el jazz inició a finales de la década de los 70s del siglo pasado de manera intermitente, en la de los 80s empezó su consolidación cuando comencé a escuchar programas en Radio Fórmula, Radio UNAM y Radio Educación. En la actualidad Horizonte Jazz, que desde el 15 de febrero del año 2000 transmite como emisora del Instituto Mexicano de la Radio, me parece la mejor opción porque su programación diaria está compuesta casi en su totalidad por esa síncopa, hay pocas interrupciones por anuncios y de las 0 horas a las 7 de la mañana, transmite Jazz de madrugada. Además, en ese tiempo acudía al restaurante bar New Orleans de la Zona Rosa, catalogado como “La Catedral del Jazz” en la ahora Ciudad de México, porque todos los días por la noche había música en vivo y rotación de agrupaciones. Y de vez en cuando, a Bellas Artes, El Ágora, la Casa del Lago, el auditorio Justo Sierra-Che Guevara de la UNAM, La Alianza Francesa y los teatros de Fuego Nuevo y de la Ciudad, que celebraban conciertos esporádicos. Anoto una declaración de Antonio Malacara Palacios (periodista, investigador y melómano), autor del “Atlas del jazz en México” que se publicó a mediados de junio de 2016, y en el que da cuenta de los músicos, los promotores y dueños de bares y restaurantes en donde se toca jazz. Dijo: “el jazz no será de masas, nunca, gracias a dios”. Su afirmación –según mi interpretación- se debe a una sencilla razón: el jazz exige un escucha que sea parte de cada sonido, que se involucre, y que sea reactivo a las síncopas del género. Y lo anterior, solo se puede lograr en recintos pequeños, íntimos, en los que sin mediar diálogo músicos y escuchas logran conectar. También opinó que si el jazz es y existe en este país, es gracias a la radio (después de los músicos). Él hizo un recuento de los programas radiofónicos especializados en tocar jazz y lo que éstos aportaron para que entrara en el gusto y la pasión de los escuchas, haciendo que se extendiera a un mayor número en el país a lo largo de los años. Del “Atlas del jazz en México” retomo lo siguiente: El 31 de diciembre de 1959, Juan López Moctezuma (1929-1995) –cineasta, escritor, actor, productor, promotor y visionario– realiza la primera transmisión de Panorama del jazz en Radio UNAM. El programa es todo un éxito de audiencia y contenido. Empezó por la reconstrucción radiofónica del género, para pasar después a la revisión pormenorizada de las grandes escuelas y sus principales exponentes. Poco después se abrió un nuevo espacio bajo el nombre de El jazz en la cultura, también bajo la producción y conducción de López Moctezuma (por ahí anda un elepé conmemorativo de las dos emisiones). La furia y el frenesí (instalados a perpetuidad) lo llevarían a radicar desde 1976 en Europa, pero como Radio Universidad no quiso abandonar ni el proyecto ni el gran auditorio de Panorama del jazz, convocaron a diferentes productores sustitutos con menor o mayor fortuna hasta que en marzo de 1978 aparece Roberto Aymes (entonces líder del grupo Blue Note), con su impactante fonoteca personal y su enorme bagaje musical, para hacerse cargo del asunto. Desde entonces, Roberto ha sido el responsable del programa más antiguo de la radio mexicana. La hora azul de XEW se inició tiempo atrás, pero no ha transmitido de manera ininterrumpida, como Panorama del jazz. Esta emisión se puede escuchar de lunes a viernes, de 19 a 20 horas, en el 96.1 de Frecuencia Modulada (FM). Otro programa altamente disfrutable es La música que hace la diferencia, a cargo de Germán Palomares Oviedo, decano en los quehaceres radiofónicos desde 1970 y promotor incansable de la música clásica y la síncopa. Este proyecto, donde encuentras jazz en todas sus variantes y de todas las latitudes, se transmite domingo a domingo desde el 25 de agosto de 1993, de 16:30 a 18 horas, en la frecuencia que Radio UNAM mantiene en Amplitud Modulada (AM), en 860 kilohertz. Alain Derbez llegó a Radio Educación en 1978, haciendo unos especiales de jazz-rock para El lado oscuro de la luna. En la actualidad, el maestro Derbez produce y conduce Datos para una historia aún no escrita, que iniciara poco después de la presentación del libro del mismo nombre (Editorial Ponciano Arriaga, 1994). Éste, especializado en jazz hecho en y desde México, se transmite en el 1060 de AM, los domingos de 21 a 21:30 horas. En este minimérrimo recuento, Antonio Malacara dice que resultaría imperdonable la omisión de Roberto Morales, la voz más identificable, inconfundible, de la radio en México. Durante toda la década de los años 80, y hasta marzo de 1992, don Roberto mantuvo al aire Jazz FM, una estación del grupo Radio Fórmula dedicada íntegra y exclusivamente al jazz, en el 104.1 de FM. Sus detractores (que nunca dejan de salir de las coladeras) lo tachaban de exageradamente tradicional y con una programación demasiado light. Lo innegable es que el maestro formó públicos de dos generaciones. Al salir de Radio Fórmula emigró a Azul 89 con el programa Horizonte Jazz. Falleció el 15 de abril de 2005, a los 80 años de edad. De ahí, de Jazz FM, partió la idea de crear Horizonte 108, la estación del IMER que desde 15 de febrero de 2000, transmite jazz y algunos otros sonidos del mundo.
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Rafael CienfuegosRafael Cienfuegos Calderón cursó la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y se inició como reportero en 1978. Se ha desempeñado como tal en el periodismo escrito, principalmente, y ha incursionado en medios electrónicos (Canal Once Tv) y en noticieros de radio como colaborador. Archives
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