CAPITULO SEIS
Desde que me hizo la recomendación un gran ex amigo, he tenido la intensión de leer la Biblia -la que sea, dijo, pues tengo entendido que hay varias versiones y creo que cualquier puede ser buena-. La verdad, yo no tengo ni la más remota idea de cuál es la mejor y creo que la que sea me daría igual –le hice saber-. El caso es que después de muchos años no lo he hecho, no porque se trate de un escrito religioso, sino porque no me ha interesado. Léela –insistió en otras ocasiones- simplemente como lo harías con un libro de historia universal, aunque la Biblia tiene el atractivo de que está muy bien escrita –argumentó-. A ti que te gustan las novelas y los relatos históricos, los cuentos, estoy seguro que te van a llamar la atención los pasajes de la Biblia sin peligro de que pierdas tu ateísmo. Si por convencimiento, a pesar de que eres católico, no te interesa profesar ninguna religión, la lectura de la Biblia no te va a hacer cambiar. Poco tiempo después me hizo saber que hay 39 libros que en versión protestante numera el Antiguo Testamento, 46 en la versión de la iglesia católica y 51 de la ortodoxa. Puedes comenzar con cualquiera de las tantas que hay. Es cosa de que te animes y lo abordes con una visión meramente literaria. En mi casa familiar de soltero nunca hubo una Biblia y tampoco se habló de ella. Íbamos, sí, cada domingo a misa por decisión de mis padres, por cuyo interés hice la primera comunión, pero de ahí no pasó nada conmigo. Tampoco recuerdo a la abuela materna -que fue con la que conviví hasta los seis años de edad antes de que nos mudáramos a la casa que mi papá construyó y le regaló a mi mamá en uno de sus cumpleaños- o a alguna de las tías leyéndola, no obstante que eran creyentes de la religión católica. Recuerdo que años más adelante, ya casado, cuando viajaba a algún estado del país en cumplimiento de alguna actividad de trabajo, en varios hoteles había biblias con la leyenda “ejemplar gratuito” dispuestas en el cajón de algunos de los buros para que los huéspedes se las llevaran si querían. Nunca tomé una ni para ojearla. Pero he de decir que he puesto atención a algunas de las historias que cuentan sobre Dios y el Diablo -mi prospecto de entrevista- personas que han leído alguna de las tantas versiones de la Biblia y que, en mi opinión, porque las conozco y las he tratado, no son fanáticas, sino devotas. Alguien relató que el Diablo es un ángel expulsado del Paraíso que se convirtió en un espíritu maligno enemigo de Dios y que es representado como una figura humana deformada con cuernos, cola y, a veces alas. Pero que también hay la idea de que es un ser magnífico, sobre el que el profeta Ezequiel destaca la belleza y perfección con que fue creado y hace una defensa de él al escribir que la simplista vinculación con el macho cabrío, cuernos y rabo incluidos, deriva probablemente de que la cabra solía ser un símbolo de fertilidad y perversión en la antigüedad. Supe además que la versión o la imagen que de él se tiene como Diablo, de que es un monarca infernal, se basa en gran medida en diversos escritos literarios, en especial los de Dante de Alighieri y John Milton, y que en muchas creencias y mitologías está presente la figura del Diablo o Lucifer o Satanás o Belcebú o Leviatán o Demonio, mostrándose siempre como contrario a la divinidad. Aunque la Divina Comedia la leí en mi tiempo de estudiante de bachillerato en el CCH-Oriente, me di a la tarea de consultar información ya analizada y digerible sobre la obra de Dante, porque, debo admitir, me parece que la historia es compleja y difícil de digerir. Y me sorprendió la bastedad de ofertas que hay al respecto. De entre los portales de internet que consulté, está La voz del medievo que ofrece el texto Lucifer en La Divina Comedia, en el que se dice que Dante describe que es guiado por Virgilio a través del Infierno y el Purgatorio. Qué en la primera instancia, debe atravesar lugares tenebrosos y llenos de maldad, donde cada pecado tiene su lugar. Que luego de recorrer los ocho primeros círculos, llegan a la residencia de los traidores, que es el noveno y está subdividido en La Caina (aludiendo a Caín, traidor y asesino de su hermano Abel), La Antenora (aludiendo a Antenor, traidor troyano), La Tolomea (aludiendo al rey egipcio Tolomeo, traidor de su huésped, Sexto Pompeyo), y por último, La Judeca (aludiendo al más grande traidor, Judas Iscariote). Que en esta última zona reside Lucifer, el principio de todo mal y que es él quien castiga a los felones de las más altas instituciones creadas bajo la mano de Dios para el bien del hombre. Que son tres y están apresados en las tres bocas de Lucifer: Judas Iscariote en el medio, traidor de Cristo y por tanto de la religión cristiana. Y en las bocas laterales están Marco Julio Bruto y Cayo Casio Longino, que conspiraron contra Julio Cesar y por ello, son considerados traidores del Imperio, que en ese tiempo se pensaba como la representación terrenal de lo divino. Que Dante, a su llegada al noveno círculo, queda sin habla y se siente sin vida y sin muerte, como en una especie de trance. Virgilio lo guía más cerca de la criatura y Dante lo describe como un ser de dimensiones ciclópeas que posee tres rostros (uno rojo, uno blanco-amarillo y otro negro) y tres pares de alas sin plumas, más semejantes a alas de murciélago, que con sus aleteos prolongan el perenne invierno que rodea al lago Cocito. A los tres rostros corresponden seis ojos lagrimosos y tres bocas de las que descienden llanto y una baba sangrienta, proveniente de los tres traidores. Luego de lo anterior, mi desconocimiento sobre la obra de John Milton me llevó a buscar y dar con La Biblioteca del Diablo, lo que me hizo exclamar ¡ay güey, qué mello! Blog de Diablologia y Demonología que analiza al Diablo Trágico del que se habla en El Paraíso Perdido, “Reinar vale la pena, aunque sea en el Infierno: mejor es reinar aquí que servir en el Cielo”. Esta frase es destacada por ser una de las primeras intervenciones que el escritor inglés pone en boca del Diablo, cuya caracterización en el poema trágico que más páginas ha dedicado al Diablo, es un verdadero compendium infernale en el que genialidad poética y erudición teológica se dan la mano, que supone una revolución en la forma de ver y pensar al rey del infierno. El Paraíso Perdido narra –según el blog- el relato bíblico del Génesis de la creación de Adán y Eva y su posterior expulsión del Paraíso por quebrantar la prohibición interpuesta por Dios de no comer el fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Pero a pesar de que dicho relato sea el eje argumental de la obra, uno de los grandes protagonistas es el personaje de Satanás, el cual aparece prácticamente en los doce libros de que consta el poema y en torno al cual Milton desarrolla una mitología diablológica como nunca antes se había hecho en la historia de la literatura. Y aquí está lo que me interesó mucho. El poema comienza con Satán y su hueste de ángeles rebeldes yaciendo derrotados y humillados en un lago de fuego. Dicha derrota es producto de una segunda y definitiva guerra en el Cielo frente a los ángeles leales a Dios. Pero esa humillación es rápidamente sustituida por un sentimiento de venganza, presentando a un Diablo soberbio y altivo que se crece en la adversidad, tanto que consigue con sus palabras elevar el ánimo de sus legiones para emprender su vengativa misión de hacer caer a los primeros padres de la humanidad. Aquí comienza Milton a desarrollar esa mitología diablológica. En los primeros libros, presenta con detalle ese lugar en el que se hayan los ángeles rebeldes, un abismo ardiente cuyas lenguas de fuego envuelven a los caídos, pero sobre el cual Satanás hará surgir un palacio, el Pandemónium, que será la nueva morada de su ejército y lugar de reunión para debatir sobre sus futuras acciones. En dicho consejo infernal, Milton hace desfilar toda una panoplia de nombres de ángeles al mando de Satán cuya inmensa mayoría son divinidades paganas demonizadas siguiendo la tradición iniciada en los primeros siglos del cristianismo. Casi ocho horas continuas de uno de los cientos de días que ya duraba el encierro, fue lo que calcule había dedicado a la búsqueda y lectura de información sobre el Diablo que me permitiera, llegado el momento, estar a la altura de tan ilustre entrevistado, al cual no podía mostrarle desconocimiento sobre lo mucho que se dice y se ha escrito sobre él, y mucho menos permitirme ser irresponsable en el ejercicio de mi profesión. Y como tengo por costumbre leer y escribir acompañado de sonidos musicales de fondo, busqué durante varios días y escuché canciones relativas al personaje al que más tiempo he dedicado en el desempeño de mi profesión. Así, Simpatía por el Diablo, con Los Rolling Stones, The devil in your heart , con los Beatles, The devil in disguise, con Elvis Presley, Lucifer, con El Ritual, Diablo con vestido azul, con Los Rockin Devils, El diablito loco, con Leda Moreno, Mi amigo Satán, con Joaquín Sabina, y, entre otras, Laughing With, de Regina Spektor, Me and the Devil, de Soap & Skin, Devil's Dance, de Metallica, One of Us, de Joan Osborne, God Knows I'm Good, de David Bowie, Litle Devil, de Neil Sedaka. Además de las rolas de Van Halen, Running With The Devil, de Ohio Players, Runnin From The Devil, de Johnny Cash, Mean As Hell, de Primus, The Devil Went Down To Georgia, de Max Romeo, I Chase The Devil, de Jeff Beck, Devil’s Haircut, de Motley Crue, y de Iron Maiden, The Number Of The Beast, me deleitaron e hicieron compañía. O sea, yo clavado con el tema. Más que enajenado o más que casado con él. Y aunque me daba cuenta de ello, no me era posible parar, al grado de que a algunos de mis familiares y amigos les envié mensajes de Wattsap para pedirles que me hicieran saber ¿qué le preguntarían al Diablo? La mayoría no respondió. Me desconcerté. Le di vueltas al asunto, pero no fui capaz de dilucidar por qué razón, pues desde mi punto de vista la pregunta que les hice la podrían haber tomado como una chanza, algo para divertirse. Sin embargo, entre los que sí atendieron mi petición, hubo quienes se manifestaron sorprendidos -o así me lo pareció-, y lo hicieron notar a través de sus comentarios. –Me sentí molesto al terminar de leer sus mensajes, y al tiempo que dejaba de un salto la silla en la que estaba sentado, me llevé las palmas de las manos a la cabeza y expresé-. ¡Válgame! ¿Cómo es posible que salgan con esto? Más bien yo fui el sorprendido porque nunca imagine que la pregunta causara aversión, aunque, reflexioné, posiblemente para algunas personas, para muchas o muchísimas, hablar del Diablo es algo malévolo. ¿Perdón? ¿Qué te pasa güey? ¿Cómo crees? ¿Estás poseído? ¿Acaso sabes quién es el Diablo? ¿Lo has visto? ¿No tienes temor de Dios? ¿Te quieres ir al infierno? ¿Por qué se te ocurren esas cosas? ¿Yo, preguntarle algo? Esas reacciones me llevaron a hacerles saber que como estoy preparando una entrevista, precisamente con el Diablo, el mismísimo rey del averno, me interesó saber si habría algo en particular que los inquiete o llame la atención y le quisieran preguntar a tan mentado, temido, caricaturizado, vilipendiado, desacreditado, y hasta posiblemente difamado personaje, independientemente de si profesan alguna religión o no. Y sin que me lo esperara generé en el wattsap un intercambio de opiniones a través de preguntas-respuestas en torno al Diablo. Participante 1: Si el diablo no existe ¿cómo es que lo quieres entrevistar? Yo: ¿Por qué afirmas que no existe? Participante: Porque es un invento. ¿Quién lo ha visto? ¿Qué aspecto físico tiene? Yo: A Dios tampoco nadie lo ha visto ni se conoce su aspecto físico y, en cambio, se cree en él, se le rinde culto y hasta se le atribuyen milagros como el de la vida, por ejemplo. Participante 2: A mí se me hace que estas chiflado, ido, completamente loco, que ya te contagiaste del virus, que además de los pulmones te está secando el coco. Yo: Nada de eso. Estoy sano y salvo. ¿Por qué no hablar del Diablo como si se hablara de Dios, si a ambos se les tiene presentes y teme por igual? Porque si se presenta un temblor, por ejemplo, lo primero que expresan más que nada las mujeres, es algo relacionado con la protección que esperan del divino o se dicen palabras relacionadas con la intervención que tiene el maligno en las catástrofes naturales, las calamidades y el surgimiento de plagas que enferman y matan como la del virus que hoy nos tiene en jaque a todos en el mundo. Participante 3: ¡Dios te va a castigar por pensar en su peor enemigo, en quien lo traicionó! Yo: ¡Ah! ¿Entonces tú crees que el que castiga los pecados de las personas es Dios y no el Diablo, porque solo él tiene ese poder? Participante 4: ¿Qué, acaso te vas a parar frente a la carta del juego de lotería en la que aparece, lo vas a saludar ¡hola Diablo!, y le vas a hablar como si fueras un merolico? Yo: No lo sé. Aunque espero verlo, tenerlo frente a mí, observar sus gestos, estudiar sus movimientos y descubrir su fisonomía, por muy metafísico o loco que suene. Participante 5: Oye, pero si es como lo pintan, se te van a caer los calzones cuando lo veas. Yo: Es posible que sí, o peor, que hasta me cague. -¡Ja, ja, ja!- Participante 6: ¿Si es imposible hablar con Dios, más lo será con el Diablo? Yo: Te equivocas. Dicen que a Dios le puedes hablar a través de oraciones, de pensamientos, de agradecimientos, de pedimentos y de ruegos, y lo que sería un supermilagro, de Ripley, es que respondiera con palabras, porque según se dice la respuesta la percibe cada quien a su modo o la inventa. Con el Diablo a lo mejor es igual. Aunque espero que no. Participante 7: Para que sepas si verdaderamente es el Diablo, ¿le vas a pedir identificación? Yo: ¡No manches! Que pinche bobada la tuya. Participante 8: Suerte en tus satánicos sueños. Yo: Gracias, porque sí voy a necesitar mucha, mucha suerte. Me llamó la atención de los comentarios que la mayoría incrédulamente da por hecho que el Diablo no existe, que es una invención, aunque, todos sepamos algo de él y lo mencionemos sin rubor o temor alguno. Para documentarlos, como me documenté yo, les envié por partes la siguiente cronología que publicó en mayo de 2016 la BBC News Mundo para dar respuesta a la pregunta: ¿Si la mayoría de las personas en el mundo cree que el Diablo no existe, como se explica que al paso del tiempo, en diferentes épocas y bajo una óptica particular, religiones, teólogos, filósofos y especialistas, entre sacerdotes, pastores, teóricos, predicadores y académicos, además de escritores como Dante o Milton y otros, se ocupen de él, y que esté incluido en los pasajes bíblicos? Si alguien te pidiera que te imaginaras al Diablo, probablemente la imagen que te vendría a la mente sería la de un demonio con un tridente en la mano. Sin embargo, durante cientos de años, el Diablo cristiano no aparecía en el arte religioso. Cuando eventualmente hizo su aparición, era azul y no tenía ningún cuerno ni pezuñas. La familiar imagen que tenemos de él surgió a través de generaciones de artistas y escritores que tomaron lo que dice la Biblia sobre Satanás y lo fueron reinventando a lo largo del tiempo. - En la Biblia judía, el Diablo es otro agente de Dios haciendo su labor. Ese personaje fue desarrollado por los cristianos hasta tornarlo en la representación de la maldad suprema. - Satanás tomó la forma de una serpiente y tentó a Eva y Adán en el Jardín de Edén. No hay ninguna mención del Diablo o Satanás en el libro de Génesis. Fue sólo más tarde que los cristianos interpretaron que la serpiente era una encarnación de Satanás. - Satanás fue expulsado del cielo, tras desafiar la autoridad de Dios. En la Biblia, un personaje misterioso es expulsado del cielo por rebelarse contra Dios. La caracterización de Satanás como un ángel caído se deriva de esa tradición. - Satanás gobierna el infierno, y le inflige tortura y castigo a los pecadores. En el libro de las Revelaciones, se profetiza que Satanás será enviado al infierno. Sin embargo, no tiene un estatus especial y sufre las mismas torturas que los demás pecadores. - Las caras del Diablo. En los primeros siglos del cristianismo, no había mucha necesidad de representar la maldad en el arte religioso. Los cristianos creían que los dioses paganos rivales, como el egipcio Bes o el griego Pan, eran demonios responsables por las guerras, las enfermedades y los desastres naturales. Cientos de años más tarde, cuando el Diablo llegó al arte occidental, algunas representaciones incorporaron los atributos físicos de esos dioses, como el vello facial de Bes y las patas de cabra de Pan. - El diablo medieval. En la Edad Media surgió un retrato de Satanás más reconocible. Fue una época de inmenso sufrimiento, que se empeoró con el brote de peste bubónica, la pandemia más devastadora de la historia humana que mató a millones en toda Europa. Como la Iglesia no podía proteger a los creyentes de la enfermedad, las representaciones de Satanás se centraron en los horrores del infierno, reflejando el estado de ánimo del momento y recordándoles a los fieles que se abstuvieran de pecar. - Propaganda endiablada. Hay una larga tradición de asociar al Diablo con los enemigos del cristianismo dentro y fuera de la Iglesia. Cuando la Iglesia se dividió, tanto los católicos como los protestantes se acusaron mutuamente de estar bajo la influencia del Diablo. La propaganda utilizó imaginería juguetona y grotesca para mostrar la corrupción. - Hechizos y seducción. A principios del período moderno, se acusaba a personas de hacer pactos con el Diablo y practicar brujería. Satanás a menudo era representado como un seductor y se consideraba que las mujeres eran particularmente vulnerables a sus encantos. Las imágenes mostraban mujeres en confabulaciones sexuales con el Diablo, aprovechando la tradición de condenar a las mujeres a ser el sexo débil, más dadas a caer en el pecado por ser incapaces de dominar sus deseos carnales. - Un diablo iluminado. Los escritores y pensadores del movimiento de la Ilustración, durante el siglo de las luces, reinterpretaron la historia del Diablo para que se ajustara a las preocupaciones políticas de su época. John Milton describió un Lucifer psicológicamente complejo, mientras que los textos religiosos anteriores habían examinado la motivación de Satanás para condenarlo. El Lucifer de Milton es un personaje atractivo y solidario que encarna los sentimientos de rebeldía del republicanismo del siglo XVII. Para algunos artistas románticos y de la Ilustración, Satanás era un rebelde noble que libraba una batalla contra la tiránica autoridad de Dios. - Animal político. Cuando la ciencia pudo explicar la muerte, la enfermedad y los desastres naturales, el Diablo fue el más amenazado. Fue entonces cuando un Diablo urbano y sofisticado entró a la escena. Siguiendo una larga tradición de identificarlo con enemigos políticos y religiosos, el Diablo se usó para ilustrar a la oposición política en caricaturas y sátiras. Además, encontró su lugar en el mundo comercial, al convertirse en sinónimo de indulgencia pecaminosa, por lo que aparece en propagandas para vender desde chocolates y champaña hasta autos de lujo. Por otra parte, les hice saber, además, que se dice que Dios ha creado todo lo que siempre ha sido, lo que es o lo que será, que incluye seres físicos y la materia, así como seres espirituales. Que Dios es el único que tiene el poder de ser en sí y de sí mismo, entendiendo con ello que no tiene principio ni final, y que es autoexistente. Que, por lo tanto, todos los demás seres fueron creados por Dios y le pertenecen a Dios. Que los inicios de Satanás fueron en el cielo, que fue creado como uno de los querubines y que era perfecto hasta que se halló en él maldad. Que la Biblia describe el orgullo como la raíz del pecado de Satanás. Que antes de que Satanás fuera expulsado del cielo, debió haber sido muy hermoso por dentro y por fuera. Que Satanás fue creado "perfecto", y su pecado fue su propia culpa. Que sería un error creer que Dios creó a Satanás con el pecado que ya estaba presente en él. Que Dios es santo y no crea nada que sea contrario a su propia naturaleza. Que mientras es correcto decir que Dios creó a Satanás, nunca es correcto decir que Dios creó el pecado en Satanás. Que Satanás eligió su propio camino. Que Dios nunca puede tentar a nadie, aunque ha creado un mundo donde el pecado es posible. Y, que algún día, Dios va a poner fin a Satanás y a todo el pecado, mediante el confinamiento de él y sus seguidores al castigo eterno. Después de esto, quedé convencido de que, aunque no sé qué hayan pensado quienes lo leyeron porque no recibí comentario alguno, lo anteriormente disertado me pareció un gran breviario cultural.
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Rafael CienfuegosRafael Cienfuegos Calderón cursó la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y se inició como reportero en 1978. Se ha desempeñado como tal en el periodismo escrito, principalmente, y ha incursionado en medios electrónicos (Canal Once Tv) y en noticieros de radio como colaborador. Archives
September 2024
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