ATISBOS

Fracasó el presidente; no pudo trans(de)formar el INE

Rafael Cienfuegos Calderón
 
El gran fracaso político del presidente “prodemocracia” al cumplirse -1 de diciembre- cinco años de su gobierno es no haber desmantelado al Instituto Federal Electoral (INE) para refundarlo, controlarlo, alinearlo a los intereses de la inventada Cuarta Transformación y  favorecer al partido oficial.
 
La iniciativa de reforma político-electoral que envió para ello en calidad de jefe del Poder Ejecutivo federal a la Cámara de Diputados fue rechazada por los partidos de oposición y repudiada por ciudadanos sin partido, organizaciones civiles y colectivos que salieron a las calles de las ciudades más importantes del país para defender al organismo garante de la democracia y del respeto al voto popular.
 
Su consuelo –en cambio- fue el nombramiento de la presidenta del INE, Guadalupe Taddei Zavala y del consejero Jorge Montaño -afines a su proyecto y con vínculos familiares y políticos con miembros destacados del movimiento-partido Morena-, que junto con  Rita Bell López  y Arturo Castillo Loza son los cuatro nuevos miembros del Consejo General.
 
A decir del presidente del cambio Guadalupe Taddei es una “mujer honesta” incapaz de actuar como el presidente del INE que está por salir –Lorenzo Córdova, a quien vilipendió, acusó, ofendió y mostró una aguerrida animadversión desde que asumió en 2018 el cargo-. Es integra y tiene profesionalismo, además de que fue examinada por una comisión –de la Cámara de Senadores- y por si fuera poco “fue producto de un sorteo”.
 
A lo anterior añadió (mañanera 031-03-2023) que en el INE ahora habrá imparcialidad y negó que el órgano electoral esté tomado por Morena.
 
Aun así, lo mejor que pudo pasar a favor de la incipiente democracia mexicana en los últimos cinco años es que fracasaron los intentos de reformar la Constitución y la Ley Electoral. No se transformó la estructura del INE ni se creó un nuevo instituto que fuera acorde a los objetivos de la “supuesta” transformación y ni cambiaron las reglas del juego democrático-electoral en favor del partido en el gobierno.
 
¿Qué pretendía la reforma político-electoral que resultó fallida y que constituye el gran fracaso político del presidente “prodemocracia”?
 
Desaparecer al INE y sustituirlo por un Instituto Nacional de Elecciones y Consultas cuyos consejeros fueran elegidos mediante voto popular y directo (tal como hoy se pretende hacer con la designación de los ministros de la Suprema Corte); quitarle a ese órgano electoral la responsabilidad de administrar el padrón electoral (lo que suponía cumplir el añejo deseo de que la Secretaría de Gobernación asumiera el control del mismo); eliminar a los órganos electorales locales (OPLE y tribunales electorales) federalizado así de manera total las elecciones en el país; reducir el número de diputados federales a 300 electos a través de listas votadas en cada una de las entidades federativas mediante un sistema enteramente proporcional, y eliminar las 32 senadurías de representación proporcional dejando únicamente a los tres escaños electos por mayoría y primera minoría en cada Estado.
 
Todo ello, añade a su anterior recuento Lorenzo Córdova (El Universal, 16-11-2023) bajo la falsa premisa de que el sistema electoral debía ser renovado para evitar que continuara habiendo fraudes (cuando el único fraude en materia electoral en los últimos años es el fraude del discurso del fraude), trastocando sus ejes fundamentales.
 
Se trataba de una reforma que buscaba concretar el reiterado anhelo del actual gobierno de controlar políticamente al órgano electoral y garantizarle al partido oficial mayorías permanentes en el Congreso.